sábado, 10 de octubre de 2015

la paradoja de la fuerza


”Gritamos por impotencia

                      o  por ignorancia”

     Nunca he creído que la inteligencia o la belleza sean virtudes, en contra de la corriente general.  Para mi inteligencia y belleza son simples herramientas, pero no virtudes pues la virtud (como el vicio) devienen del hábito. Si cultivas buenos hábitos será una virtud, si son malas costumbres caerás en un vicio.
Como dice un amigo: Si sacas a pasear la inteligencia eres un prepotente, pero si sacas músculo o tienes un bonito escote está bien visto (son virtudes). Son valores biológicos aceptados durante miles de años.
 Me preocupa que no se distinga entre virtud y herramienta, porque cada vez más se nos inculca que la fuerza es una virtud.  ¿La fuerza nos hace mejores? No, creo que no.
 Es un error asumido por la sociedad, un lastre casi genético arrastrado durante miles de años, porque durante miles de años la fuerza sirvió para sobrevivir.  Cazar, subir, matar, luchar, sembrar, ordeñar     verbos de acción donde la fuerza destaca y asegura cobijo y comida.
 A día de hoy el mundo es complejo y la fuerza no resuelve problemas complejos, en todo caso los empeora.
 Los trabajos actuales son complejos y se necesitan largos procesos de transformación y gran cantidad de trabajadores. La fuerza ya no es fuente de ventaja, pues hoy día se necesita la fuerza justa para sujetar el teléfono o una herramienta sustitutiva de músculos.
Aún así la fuerza sigue siendo una virtud deseada. Parece normal y natural –pues es cultura desde el origen de los tiempos-  el problema es que esos virtudes individuales son vicios sociales. El salto de individuo a masa nos lleva a caminos equivocados, a un mal para los mismos individuos.
  El líder de la manada trata de aparentar fuerte ante el resto y nos impone malas soluciones al conjunto. Terrorismo, Nacionalismo, xenofobia…  son enfrentamientos donde la mayoría padecemos las malas decisiones de los carneros empeñados en no parecer débil. La apariencia sustituye a la lógica y los efectos no son bonitos.
La paradoja de la fuerza (y la violencia) es que en plena lucha de carneros, en ese imponerse a cabezazos –usar la cabeza, supongo- se obliga al otro a usar la fuerza, pues lo contrario (o sea hablar/pactar) será considerado un debilidad (un vicio a evitar) sería como claudicar y perder ante el rival (falta de fuerza).  En ese escenario de Ganar/Perder se llega a un punto donde los fuertes no aportan nada, salvo dividir y dolor de cabeza, y necesitan el poder blando.  Se necesita un acuerdo para arreglar lo que la fuerza a roto. Un mal menor, unas condiciones mínimas.  (pero en el fondo es un reconocer que la fuerza no aporta, salvo que se busque la aniquilación absoluta.) La fuerza enfrenta –solo uno puede ser superior- en un mundo donde la cooperación y el conjunto permiten la sociedad.


Me preocupa una sociedad que venera la victoria por encima de todo. Donde todo vicio será tapado por la victoria. Se nos inculca que quien gana es porque se lo merece (la moral es la propia victoria) y que la lucha es parte del camino a la victoria.  Llegados a este punto –la lucha hacia victoria- la fuerza es primordial para conseguir ganar, pues el esfuerzo, el hábito, la cultura o la inteligencia son lentas y la sociedad consumista actual necesita inmediatez      …pues la belleza es pasajera.
  Me preocupa que la sociedad se oriente hacia victorias individuales en lugar de a virtudes colectivas. Que desarrollemos constantes semillas de enfrentamiento para tapar vicios e intereses individuales.

¿Porqué seguimos entonces en estas?  Pues porque aunque la inteligencia abunda mucho más de lo que nos creemos y la lógica acaba imponiéndose, la fuerza lleva cientos de años ocupando el poder y no va a renunciar a ello. 
 Lo que nos lleva a la segunda paradoja de la fuerza: Se necesita una fuerza superior para desalojar a la fuerza.
  O como dicen en Generation Kill  (serie bélica): 
 Con la particularidad que la fuerza es cobarde, tan solo se enfrenta a la fuerza si se siente superior y seguro de ganar.  Por lo que la fuerza se perpetúa como inercia esteril, pero no es útil para cambiar ni mejorar.
 Podemos seguir siendo una sociedad de adolescentes mentales, basandonos en la fuerza y la juventud para gritar y maldecir o ser una sociedad madura basada en la sabiduria y solucionar errores del pasado.

 Solo los buenos hábitos del colectivo conseguirán vencer a la fuerza que defiende intereses individuales. La cultura, la inteligencia y la discusión son nuestras herramientas