En estos días se vienen conmemorando los 20 años de la caída del muro de Berlín, donde todo, absolutamente todo gira en torno a un momento puntual. Así nos muestran hasta el mas mínimo detalle que pasase en ese momento, hasta hay lo normal, perdón mejor decir que hasta hay es lo habitual, a lo que nos han acostumbrado, pero no me parece normal. Según se nos muestra –este o cualquier hecho histórico- parece que la providencia conspiró para que el muro tropezase y cayese el solito. Nadie parece recordar –o saber- que la caída del muro fue mas bien una consecuencia del estado en el que se encontraba el bloque “soviético”; que miles de personas accedían al bloque “occidental” a través de la porosa frontera polaca, de suiza y Yugoslavia; que antes habían existido numerosas manifestaciones –brutalmente aplastadas como en el caso de Hungría o mas o menos silenciadas- etc etc. De todas formas no trato de hablar del muro ni de las causas de su caída (ni si se hizo daño o no) lo que me inquieta es la estúpida fijación que existe con el ganador y los perdedores que nos han vendido en las películas americanas, y que los medios de comunicación han adoptado como canon social. Solo importa el ganador y su historia, y a él se han de dedicar loas y horas de televisión. Nadie parece acordarse del vencido (que no tiene porque ser un perdedor, pero vivimos en la simplificación) cuando es el vencido el que realmente cambia el estado de las cosas, los que asumen el riesgo de fracasar –o incluso morir en el caso de Tiananmen o Praga-. Los vencedores son solo una parte del proceso –la mas reluciente si se quiere- pero solo eso, lo importante es el proceso transformador y para ello son necesarios los vencidos.
Toda tecnología o nuevo saber –se supone que es lo que transforma nuestras sociedades- requiere de cientos de derrotas o fracasos hasta acertar con la solución (el fracaso es la mejor oportunidad para el éxito) lamentablemente nadie recuerda como aprendemos a hablar, andar o montar en bici. Nos embobamos mirando a “el primer hombre que…” sin importarnos la nula trascendencia del hecho en sí o el proceso anterior. Así por ejemplo nos parece mas importante subir al Everest –por el mero mito del Everest- sin reparas en que el merito es superior para los pioneros, que no consiguieron hacer cumbre, pero que consolidaron las rutas, la tecnología necesaria, etc
Nos están acostumbrando a que “para la historia” solo importa el resultado; cosa que en primer lugar es mentira y en segundo lugar me importa un pimiento ese tipo de “historia” simplista. Me importa mucho más el día a día que realmente es mi vida y lo que nos afecta.
Los “ganadores” son potenciales vencidos que se encuentran con las circunstancias favorables –creadas por los vencidos- , y por ello no merecen las loas en su honor (o al menos que también se mire un poco al vencido que consiguió los progresos, aunque fuesen identificar y aislar el error) y mucho menos nos merecemos que nos llamen perdedores al resto. Yo no soy Bratt Pitt pero eso no me convierte en feo (al menos para mi madre, gracias mami)
En fin, a todos los que no nos atenaza el miedo al fracaso y no nos limitamos a ver la vida por la tele os dedico una frase que me gustó “los que dicen que es imposible deberían dejar de molestar a los que seguimos intentándolo”