viernes, 15 de marzo de 2013

oír no es escuchar (teoría del enfrentamiento)

A un ejercito rodeado has de dejarle una salida” nos dice Sun tzu en su libro El arte de la guerra. Nos lo dice desde la lógica de no obligar al contrario a combatir hasta el ultimo aliento si ya tienes la victoria (y no sufrir perdidas en tus filas con batallas inútiles). Y parece lógico porque es lógico no arriesgarte a perder vidas si ya no tienes nada que ganar, pero la lógica escasea y el más idiota del pueblo siempre quiere machacar y humillar al rival –es su forma de crecer, haciendo mínimo al resto- no le importan los riesgos ni el dolor extra porque él no lo soportará; él solo aporta el discurso y el orgullo.  Curioso ser ese orgullo estúpido que no sirve para solucionar problemas –más bien todo lo contrario- y que ha conseguido sustituir a la lógica en los discursos públicos.
  Ya a nadie sorprende, llevamos así muchos años y la costumbre se ha convertido en ley. Con el viejo principio de “Di lo que quieren y dirán lo que quieras” personajes falsamente sólidos con discursos de cartón –rígidos y vacíos- explotan las inseguridades de los demás y se tornan en lideres de aquellos que lo necesitan.
**ejemplitos? a miles, desde el que vive de esparcir odio y quiere masacrar a todos aquel que esté mínimamente cercanos a ETA, sin que nunca vea satisfecho su deseo de venganza. Sin pensar en que cuanto más se alargue la lucha más vidas de policías se pondrán en peligro (total él esparce su odio desde su despachito, él no corre riesgo). Pasando por personajes como Mouriño (paroxismo de vivir contra alguien y no a favor de); periódicos y radios o el portavoz de nosequé ideología que solo sabe que la culpa la tiene el otro; etc. etc. etc.
   Es mucho mas cómodo –y da mucho más rendimiento- centrar el discurso en sentimientos que en ideas.
  Nos educan en que discutir es ganar la discusión. Solo eso, ganar. Yo sólo discuto con amigos -y sobre algunas cosas- porque discutir es llegar a contrastar ideas, llegar a aclarar nuestras propias ideas, admitir errores que de otra forma no veríamos y llegar al final de la discusión debe aportar un aprendizaje y un valor. Estamos mal educados, aquí discutir se entiende por enfrentar personas. Y digo personas porque si se critican nuestras ideas sentimos que nos están tocando a nosotros, que es nuestro orgullo el que está en peligro (manda güevos la idea, pero admitámoslo es así).
  Con este entorno es difícil crear, porque es difícil llegar a acuerdos si no conseguimos separar: argumentos y personas, ladear los sentimientos negativos y asumir que reconocer errores no es perder.
Escuchar el discurso de los que NO están cercanos a nuestras ideas es necesario para no caer en la espiral de encerrarnos en nosotros mismos, siguiendo el mito de la cueva de Platón, salir de la cueva no correr hacia el fondo.
  Pero cada vez estamos más arrinconados en el rincón de la cueva, cada vez más encerrados en nuestra individualidad y en nuestra zona de confort. Sólo oímos y hablamos con quien sabemos que tienen nuestro mismo discurso.
  Somos inflexibles por miedo al fracaso. Desconfiamos de todas las instituciones porque es más fácil encerrarnos y enamorarnos de nosotros mismos.  Solo nosotros tenemos razón, al menos esa razón basada en el bando y que no necesita de la lógica.
Pero la culpa es de otro, eso sí.
Por miedo a nuestra propia individualidad somos incapaces de crear una sociedad que genere soluciones comunes.
 
 Deberiamos sustituir al corazón por la cabeza a la hora de pensar, y construir una sociedad en lugar de jugar a abrir las heridas del otro.

erillas                  

lunes, 4 de marzo de 2013

Nostálgico reconocimiento a otras generaciones:

 
Hoy he caído en la cuenta de lo afortunados que somos y lo que nos regodeamos en nuestras “desgracias”, y he sido consciente de que me siento más orgulloso de otras generaciones que de la mía propia.
De aquellas generaciones que nacieron en circunstancias menos favorables, en las que la preocupación de sus padres era la propia subsistencia y la de su familia; en las que estudiar era una suerte y no una obligación por derecho; en la que casi antes de ir al colegio(los que fueron) ya trabajaban; en las que muchos , a pesar de tener mentes prodigiosas, no tuvieron una formación acorde con su talento y aún así sacaron adelante a familias, empresas y por qué no decirlo un país; aquella para la que viajar a Francia significaba emigrar y no un Erasmus o viaje de placer… Aquella que trabajó día y noche para que sus mujeres no necesitasen trabajar si no querían y cuidasen de sus hijos y a estos no les faltase de nada de aquello que ellos ni siquiera echaron en falta… y así mil y un reconocimiento más…
Me emociono y me compunjo pensando en su valor, fuerza de voluntad,… y a la vez me avergüenzo de nuestra actual falta general de vitalidad, optimismo en el futuro, “y fuerza” para mirar a la vida de frente y hacernos valer por encima de las circunstancias…
Tenemos más de lo que necesitamos… pero nos falta los que ellos tuvieron…
Vamos a hacérnoslo mirar y reaccionemos;  de esta forma, tal vez después, seamos dignos herederos de las madres que nos parieron…
Y ahora busquemos los mil y un argumentos que queramos para justificarnos y autocompadecernos, que eso sí se nos da bien.
Como siempre gracias por vuestro tiempo, un sincero y afectuoso saludo.
Guiño                                                                                                                                                   by Cernícalo